Nos encontramos después de muchos años,
aunque en apariencia hemos cambiado,
en el fondo tampoco somos los mismos.
Hablamos de nuestros recuerdos,
el amor,
las cosas con las que llenamos nuestras horas
los domingos tristes.
Piso una trampa de la nostalgia de manera consciente
es curioso que después de haber acariciado tu recuerdo durante tanto tiempo
ahora no me atrevo
siquiera a rozar tu mano.
Somos dos fantasmas- me dices-
dos viejos muertos conocidos.